42
42 2(1): 38-53. 2019
42
que regula el comportamiento de sus
miembros y con una autoridad que permite el
logro de la armonía en el funcionamiento de la
organización. Sobre la base de esta concepción,
el autor maniesta que existe una relación
básica entre el sujeto y la organización a partir
de la cual, el sujeto incorpora su subjetividad
a la relación para satisfacer sus necesidades,
trascendiendo el aspecto relacionado con el
desarrollo de las tareas o actividades asignadas.
Por tanto, como el sujeto no incorpora su
subjetividad a las tareas asignadas, éste no
implica su ética, valores e ideología en la
práctica de las actividades desempeñadas, pues
simplemente asume los valores y principios que
forman parte de la cultura de la organización y
orientan el alcance de sus objetivos. Como lo
expresa Uriz (1994) bajo estas condiciones el
individuo no se relaciona con la organización
desde una posición de sujeto de poder
comprometido con la organización, pues se
percibe “como un suministrador de bienes
o servicios que da a la organización lo que
esta le pide a cambio de que le satisfaga sus
necesidades de sub-sistencia” (p. 154).
Así mismo, Uriz (1994) plantea también otra
postura en torno a la relación del sujeto con la
organización, a parir de la cual el sujeto tiene
la capacidad de convertirse en sujeto de poder
de la organización desde sus necesidades de
existencia. Bajo esta concepción, los miembros
de la organización se identican con la imagen
corporativa de la organización, conformando
un sujeto colectivo que se rearma frente
a la organización y replantea las relaciones
que establece con ésta. En este caso, el
sujeto el sujeto tiene la capacidad de incidir
directamente sobre la relación.
En este escenario, destaca que las organizaciones
fundamentan su desarrollo a partir de los
sistemas de comunicación, los cuales permiten
mantener una relación con el entorno, del
cual obtienen los recursos que requieren
para mejorar su desempeño, así como
la información necesaria para promover
los cambios estructurales requeridos en
cuanto a los sistemas productivos, calidad
y diferenciación de los productos, servicio
prestado, etc. Los aspectos mencionados,
se conguran como la base para el alcance
de mayores niveles de competitividad y
posicionamiento de las organizaciones en
los mercados globalizados característicos de
las sociedades posmodernas.
Al respecto Ocampo, González y Gentilini
(2015) fundamentándose en los sistemas
de comunicación y concretamente en el
discurso, conciben las organizaciones como
unidades cuyas bases se gestan a partir del
dialogo, pues donde existen actividades
de la organización con frecuencia sus
actores conversan, dialogan, escriben y
simbolizan. Por ejemplo, los miembros
de la organización en el desarrollo de sus
actividades y funciones se comunican como
un mecanismo para mejorar los niveles de
eciencia y productividad; las directrices
del trabajo en equipo se jan a partir del
diálogo; las relaciones con los proveedores
de insumos, materias primas y clientes se
consolidan por medio de la comunicación,
entre otros aspectos.
De este modo, en los sistemas de
comunicación se encuentran las bases
para el análisis de los aspectos internos de
la organización como estructura, clima
y cultura organizacional, así como de
los aspectos externos que inciden en el
desarrollo de la organización en un momento
determinado como las condiciones del
entorno, las normas y regulaciones que
rigen el funcionamiento de la organización,
entre otros aspectos. En estos términos, los
sistemas de comunicación fundamentados
en el discurso permiten la comprensión
Tendencias de la investigación contable posmoderna para el estudio de las organizaciones
vivientes
ARTÍCULO CIENTÍFICO:
42 3(1): 35-47. 2020