La rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China, caso de estudio: América Latina

 

The geopolitical rivalry between the United States and China. Case study:

Latin America

 

Yamileth Arteaga Alcívar 1

 

1Instituto Superior Universitario Japón, Quito – Ecuador

 

Correo de correspondencia: yarteaga@itsjapon.edu.ec

 

Información del artículo

 

Tipo de artículo:

Artículo original

 

Recibido:  

22/03/2024

 

Aceptado:

30/05/2024

 

Publicado:

03/06/2024

 

Revista:

DATEH

Resumen

El conflicto existente entre Estados Unidos y China ha sido tomado como modelo de las relaciones internacionales en los recientes años, dando forma a debates estratégicos y a las dinámicas políticas, militares y económicas reales, situación que se convierte, cada vez con mayor frecuencia, en el lente a través del cual otros actores ven y predicen acontecimientos importantes de la geopolítica mundial. La apertura económica de China propició un cambio en la dinámica del comercio internacional y sembró en los socios comerciales la incertidumbre sobre las ventajas y desventajas que genera en términos de alteraciones al comercio, siendo por esta una de las razones por la cual Estados Unidos etiquetó a China como un competidor estratégico, pasando las relaciones chino-estadounidenses de la cooperación a la confrontación. En América Latina, Estados Unidos y China son considerados los actores económicos externos más destacados de la región, debido a intereses y objetivos geopolíticos superpuestos, que giran en torno a aspectos de la competencia entre grandes potencias, tal como contrarrestar la influencia de sus rivales y proyectar poder en el área y, especialmente, intereses económicos variados. El presente estudio bibliográfico se preparó con el objetivo de analizar la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China, desde una perspectiva del impacto que genera en Latinoamérica, causas, consecuencias y posibles escenarios a futuro de la región.

 

Palabras clave: América Latina, Estados Unidos, China, geopolítica, guerra comercial.

 

Abstract

The existing conflict between the United States and China has been taken as a model of international relations in recent years, shaping strategic debates and real political, military and economic dynamics, a situation that increasingly becomes the lens through which other actors view and predict important events in global geopolitics. China's economic opening led to a change in the dynamics of international trade and sowed its trading partners with uncertainty about the advantages and disadvantages it generates in terms of disruptions to trade, which is one of the reasons why the United States labeled China as a strategic competitor, moving Sino-US relations from cooperation to confrontation. In Latin America, the United States and China are considered the most prominent external economic actors in the region, due to overlapping geopolitical interests and objectives, which revolve around aspects of great power competition, such as countering the influence of their rivals and project power in the area and, especially, varied economic interests. This bibliographic study was prepared with the objective of analyzing the geopolitical rivalry between the United States and China, from a perspective of the impact it generates in Latin America, causes, consequences and possible future scenarios for the region.

 

Keywords: Latin America, United States, China, geopolitics, trade war.

 

Forma sugerida de citar (APA): López-Rodríguez, C. E., Sotelo-Muñoz, J. K., Muñoz-Venegas, I. J. y López-Aguas, N. F. (2024). Análisis de la multidimensionalidad del brand equity para el sector bancario: un estudio en la generación Z. Retos Revista de Ciencias de la Administración y Economía, 14(27), 9-20. https://doi.org/10.17163/ret.n27.2024.01.



INTRODUCCIÓN

La rivalidad entre Estados Unidos y la República Popular de China se ha convertido en ejemplo de las relaciones internacionales en los años recientes, dando forma a debates estratégicos y a las dinámicas políticas, militares y económicas reales, con alta probabilidad que esta situación continúe durante algún tiempo, lo que no quiere decir que la competencia entre ambas naciones o incluso la rivalidad entre las grandes potencias en general, determine todos los demás problemas y conflictos internacionales. Sin embargo, la rivalidad constituye cada vez con mayor frecuencia el lente a través del cual otros actores ven y predicen acontecimientos importantes. Al menos para el caso de Estados Unidos, se puede decir que la rivalidad estratégica con China ha superado el paradigma de la guerra contra el terrorismo que había prevalecido en su política desde 2001 (Lippert & Perthes, 2020).

 

En el caso de Latinoamérica, tanto Estados Unidos como China, tienen intereses y objetivos geopolíticos superpuestos en la región, que giran en torno a aspectos de la competencia entre grandes potencias, como contrarrestar la influencia de sus rivales y proyectar poder en el área y aun que varían sus niveles también tienen intereses económicos. Ambas potencias son consideradas los actores económicos externos más destacados de la región, siendo Estados Unidos el único que tiene intereses relacionados con la protección de la seguridad interna, debido a la proximidad geográfica con América Latina, entonces se puede considerar que este posee el conjunto de intereses más amplio en la zona (Chindea et al., 2023)

 

De acuerdo a lo anterior se planteó la presente revisión bibliográfica con la finalidad de analizar el conflicto geopolítico existente entre Estados Unidos y China, desde una perspectiva del impacto que genera en Latinoamérica, causas, consecuencias y posibles escenarios a futuro de la región.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

La presente investigación se realizó de acuerdo a la estructura de revisión sistemática de literatura diseñada por Kitchenham (2009), con el objetivo de analizar información significativa vinculada con las interrogantes de investigación propuestas para el desarrollo de la misma.

Esta metodología se desarrolla en tres etapas, como se especifica a continuación:

·                     Planificación de la búsqueda.

·                     Realización de la búsqueda.

·                     Análisis y documentación de resultados.

 

Planificación de la búsqueda

El principal objetivo del estudio es analizar la rivalidad geopolítica existente entre Estados Unidos y China y cómo esta situación influye sobre el continente Latinoamericano, revisando los antecedentes y causas de este conflicto, el impacto sobre la geopolítica de América Latina y una evaluación a futuro de los posibles escenarios que puede generar, resaltando información de líderes y expertos en el tema acerca del presente y expectativas a futuro de las relaciones comerciales y los procesos económicos en la región.

 

Para tratar este tema de forma sistematizada, se formularon las siguientes interrogantes de investigación:

P1: ¿Cuáles son los antecedentes de la rivalidad geopolítica entre USA y China?

P2: ¿Qué impacto tiene la rivalidad entre USA y China sobre la geopolítica de América Latina?

P3: ¿Cuáles serían los posibles escenarios en Latinoamérica frente a una posible cooperación entre Estados Unidos y China?

 

Se consultaron bases de datos digitales, tal como son SCOPUS, ACM Digital Library, Springer Link y WEB especializadas que tratan acerca de temas relacionados con la economía global, rivalidad entre Estados Unidos y China, geopolítica mundial, control de las grandes potencias sobre países menos favorecidos, entre otros temas relacionados, también se usaron como fuentes de información confiables publicaciones técnicas y revistas académicas, publicadas entre los años 2016 y 2024, para obtener los datos más recientes.

 

La metodología de búsqueda se delimitó a aspectos dirigidos a las preguntas de investigación que sirvieron de base para el estudio, empleando palabras claves, tales como “conflicto Estados Unidos-China”, “economía global”, “desarrollo económico”, “relaciones comerciales”, con un enfoque permanente a la geopolítica mundial.

 

Adicionalmente, con el fin de filtrar de forma óptima la selección se aplicaron criterios de inclusión y exclusión, como se describe en la Tabla 1.

 

Criterios de inclusión

Criterios de exclusión

Artículos que exponen temas relacionados con la geopolítica mundial, rivalidad entre Estados Unidos y China, impacto de la rivalidad entre potencias sobre América Latina, economía regional, entre otros temas afines.

Información publicada en sitios web no especializados.

Escritos con disertaciones y análisis crítico de líderes y especialistas en el área de geopolítica, comercio internacional y el impacto de las políticas económicas de Estados Unidos y China sobre Latinoamérica.

Documentos con aportes irrelevantes.

Artículos con información acerca de los eventos más recientes surgidos de la rivalidad entre Estados Unidos y China.

Información de blogs.

Tabla 1. Criterios de selección

Realización de la búsqueda

Luego de la recolección de datos se identificaron los documentos más relevantes considerando las palabras clave y los criterios de selección. De cada uno de los paper resultante se revisaron los títulos, desarrollo y conclusiones, determinando de esta forma el aporte que ofrecen a las interrogantes de investigación planteadas.

Ejecutado este proceso resultaron 45 documentos, de los cuales se seleccionaron 22 por cumplir con los criterios antes definidos.

 

Figura 1. Resultados de la búsqueda

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Con el fin de analizar la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y la República Popular China, así como el impacto en América Latina, es importante revisar las circunstancias que propiciaron el inicio de este conflicto mediante el desarrollo de la P1: ¿Cuáles son los antecedentes de la rivalidad geopolítica entre USA y China?

 

La economía china inició su apertura a inicios de la década de los ochenta, momento en que aplicó medidas que pusieran punto final al aislamiento al cual se encontraba sometida mediante la integración de la Provincia China de Taiwán al Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), a pesar de haber sido uno de los miembros fundadores. Posteriormente, en 1986 diseño una campaña con la finalidad de reincorporarse al Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT) y participó en la Ronda de Uruguay como observador y, luego de 15 años de arduas negociaciones en 2001 se convierte en el miembro 143 de la Organización Mundial del Comercio, bajo la premisa de la necesidad de un impulso externo que ayudara a superar los obstáculos internos, impulsar reformas y proteger los intereses comerciales, todo con el fin de no perder el ritmo del acelerado crecimiento económico que había obtenido entre los años ochenta y noventa, marcando este momento una nueva etapa de la interacción del gigante asiático con  los sistemas económicos internacionales. De esta forma, la incorporación de China al Sistema Multilateral de Comercio, modificó la dinámica del comercio internacional y sembró en los socios comerciales una incertidumbre acerca de los beneficios y desventajas que podría acarrear en términos de distorsiones al comercio (Wang & Tan, 2016; López-Peña & Mora-Vega, 2019).

 

Por otra parte, de acuerdo a lo señalado en documentos estratégicos oficiales del gobierno de Estados Unidos, desde el año 2017 la República Popular China ha sido considerada y tratada como un competidor estratégico a largo plazo, de tal forma que la OTAN en la Declaración de Londres (2019), mencionó por primera vez las oportunidades y desafíos que representan la influencia y las políticas internacionales de China. Sin embargo, la élite política de China está convencida de que Estados Unidos busca al menos impedir cualquier expansión adicional de la influencia china y no es poco razonable, destacando que, si bien las disputas sobre la política comercial y las balanzas comerciales ocupan un lugar destacado en las declaraciones del gobierno estadounidense y afectan directamente a la economía global, en realidad representan sólo un aspecto de la rivalidad, que sin dejar de ser poco importante se ha convertido en un conflicto multidimensional (Lippert & Perthes, 2020).

 

La competencia económica y los conflictos en torno a la política comercial, económica y financiera forman por sí mismos una dimensión real de rivalidad, que es anterior al rumbo proteccionista adoptado por Estados Unidos, siendo ampliamente compartidas por el bloque europeo las críticas de Washington a las prácticas comerciales chinas, la competencia desleal y las violaciones de las normas. Por tanto, el conflicto comercial está estrechamente ligado a cuestiones de orden mundial que son de vital importancia, especialmente desde la perspectiva europea, aplicando esto al futuro de las normas comerciales multilaterales vinculantes y a las instituciones. Todas estas consideraciones son temas de relevancia política interna, tanto en Estados Unidos como en China, con un fuerte potencial de movilización que no depende completamente del grado en que los acontecimientos globales afectan realmente la situación económica y financiera en sectores particulares. Como consecuencia, los beneficios materiales que ambas partes obtienen de la cooperación económica han disminuido en comparación con el período comprendido entre 1990 y 2015.

 

De esta forma, desde mediados de 2018, Estados Unidos y China han estado involucrados en una confrontación comercial que ha resultado en varias acciones de represalia por medio de la aplicación de aranceles. Básicamente, se puede considerar que una de las principales causas de esta guerra comercial es el dominio económico global. En la última década, China ha registrado un crecimiento acelerado, convirtiéndose en una importante potencia económica, lo cual se confirma al revisar el volumen de producción de China que, actualmente ocupa el segundo lugar a nivel mundial, superando el PIB de China al de Estados Unidos en términos de paridad de poder adquisitivo. La importancia de la divisa china también ha aumentado constantemente en el comercio y las transacciones mundiales, lo que plantea un desafío a la posición dominante del dólar estadounidense. La amplia gama de planes estratégicos que China ha anunciado, desde la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el “Hecho en China 2025”, representan un refuerzo de la imagen de China como una amenaza al dominio estadounidense (Chong & Li, 2019). Por su parte, Estados Unidos acusa a China de realizar estrategias comerciales desleales, de robar propiedad intelectual, invitando a Beijing a hacer cambios en las políticas económicas, las cuales favorecen de forma injusta a las empresas nacionales a través de subsidios (Palumbo & da Costa, 2019).

 

Respecto a las denuncias de Estados Unidos, es importante mencionar el tema de la inversión pública china que crea competencia desleal en los mercados globales. Por ejemplo, Estados Unidos ha estado alerta por el éxito de China en la aplicación de un programa estratégico orientado a la modernización del sistema productivo, el incremento de la producción de robots, equipos de red, baterías de litio, entre otros productos, propiciando el aumento a los aranceles de importación hasta un 25% sobre los productos electrónicos procedentes de China, incluidos los de telecomunicaciones y equipo de red (Kapustina et al., 2020). En consecuencia, en 2018, Estados Unidos implementó por primera vez aranceles a la importación de lavadoras y paneles solares, destacando que, aunque estos aranceles no estaban dirigidos directamente contra China, es relevante que este país sea un importante productor y exportador de este tipo de productos. Después de estas primeras repercusiones, Estados Unidos impuso otra ronda de aranceles al acero y al aluminio, aplicando estas medidas nuevamente a una amplia gama de países, como Canadá, México y los estados miembros de la Unión Europea (Vreede et al., 2018).

 

Otra causa del actual conflicto comercial entre China y Estados Unidos es la creciente brecha comercial entre los dos países, definiendo el déficit comercial como la diferencia entre lo que se importa de otros países y lo que se exporta y, en el caso estadounidense, la reducción de esta brecha representa una parte clave de las políticas comerciales desde hace algunos años (Kukharyk, 2020). El déficit comercial de Estados Unidos con China ha ido creciendo tanto en términos relativos como absolutos, así se tiene que en 2017, el déficit comercial con China se había convertido en una fuente considerable de importaciones netas de Estados Unidos, representando alrededor del 46% del déficit total, siendo estos desequilibrios comerciales durante un largo periodo el origen de las crisis de deuda nacional estadounidense, así como el fundamento para el descontento público en el país, lo cual propició que el gobierno estadounidense comenzara a librar una guerra comercial contra China (Chong & Li, 2019).

 

El aspecto político estadounidense también ha sido una fuerza impulsora de la actual guerra comercial, si se considera que las elecciones de mitad de período se celebran cada cuatro años en noviembre, cuando los votantes escogen a los miembros del Congreso. Al tener ocasión de celebrarse en la mitad del mandato presidencial de cuatro años, los resultados de las elecciones intermedias a menudo se consideran como el veredicto de los votantes sobre el presidente que eligieron hace dos años. En este contexto, las elecciones de mitad de período celebradas en noviembre de 2018 incentivaron al presidente en ejercicio, Donald Trump, a adoptar políticas fuertes y radicales que atrajeran a su base de seguidores, considerando que una de las principales promesas durante la campaña electoral fue la de solucionar la problemática del déficit comercial, convirtiéndose el enfrentamiento comercial entre China y Estados Unidos una medida oportuna y lógica para asegurar votos para su partido político en las elecciones de mitad de período. Después de asumir la presidencia, Trump adoptó una postura dura en materia de políticas comerciales, incluso antes de que estallara la guerra comercial entre China y Estados Unidos, iniciando en junio de 2017 una investigación de la “Sección 232”, que versa acerca de la importación de acero y aluminio, basándose en razones de seguridad nacional, con la consideración de la enorme capacidad de producción de acero y aluminio en China (Chong & Li, 2019).

 

El fortalecimiento de la fuerza militar es otro factor a considerar, ya que es de suponer que la guerra comercial impedirá el crecimiento del poderío bélico chino, por lo que Estados Unidos no puede aceptar que China alcance la superioridad en el sector militar, incluso a largo plazo. En consecuencia, las medidas tomadas están orientadas en garantizar la ventaja competitiva en el área de la seguridad nacional, así como para evitar que China emplee tecnologías estadounidenses de doble uso (Kapustina et al., 2020).

 

De acuerdo a algunos analistas en el caso de Estados Unidos y China, los riesgos que implican esta guerra geopolítica aumentan debido a la incompatibilidad de civilizaciones, agravando la competencia y complicando el entendimiento mutuo interestatal; es decir, que las contradicciones entre los valores, filosofías y tradiciones estadounidenses y chinas exacerban las tensiones estructurales fundamentales que surgen cuando una China en ascenso amenaza las posición económica y política global de Estados Unidos (Shin, 2019).

 

Finalmente se puede decir que Estados Unidos ha aceptado el desafío de Beijing, razón por la cual el gobierno, desde el tiempo de la administración de Trump, ha elaborado una serie de estrategias en un esfuerzo por contener a China, recurriendo a un amplio arsenal de medios y métodos de las llamadas guerras híbridas, las cual incluyen la introducción y amenaza de expansión de estrictas medidas proteccionistas en el comercio entre Estados Unidos y China; reducción del acceso de las empresas chinas a tecnologías avanzadas; el estímulo poco disimulado de los sentimientos separatistas en Taiwán; fortalecimiento de la presencia de la Armada estadounidense en la cuenca del Mar de China Meridional; campaña activa de propaganda antigua y presión diplomática financiera y económica sobre los estados, especialmente estrechamente asociados con China (Yakovlev & Павлович, 2019).

 

Es por ello que, de acuerdo a la situación actual, el comercio bilateral entre Estados Unidos y China no es un factor estabilizador capaz de mejorar la calificación de los conflictos políticos. En cambio, los conflictos comerciales se instrumentalizan políticamente, aunque también pueden representar los problemas más fáciles de solucionar en la compleja red que confirma esta rivalidad. Es decir, el conflicto estratégico entre Estados Unidos y China seguirá ejerciendo un impacto importante en la política internacional en el futuro que se vislumbra, incluso si Washington y Beijing logran resolver importantes cuestiones comerciales y concluyen un acuerdo comercial en el mediano plazo (Lippert & Perthes, 2020).

 

P2: ¿Qué impacto tiene la rivalidad entre USA y China sobre la geopolítica de América Latina?

 

La geopolítica global está cambiando rápidamente a medida que avanza el presente siglo y, actualmente, es de una gran complejidad, considerando que los Estados Unidos y la República Popular China se han convertido en las naciones líderes del mundo, aunque que existen una serie de otros actores, tanto estatales como no estatales, que desempeñan papeles cada vez más importantes, lo que permite describir a la geopolítica global como un orden global múltiple, permitiendo este término describir un mundo poshegemónico conformado por una variedad de actores o líderes importantes en lugar de potencias, suministrando bienes en un número creciente de áreas temáticas a través de medios bilaterales, regionales y multilaterales. Por lo tanto, cualquier discusión sobre la geopolítica de América Latina que examine los roles de la República Popular China y Estados Unidos, si bien reconoce el poder dominante establecido de Estados Unidos y el poder creciente de China, también debe incluir en el análisis a otros actores importantes (Acharya, 2017).

Lo anterior debe ser una consideración fundamental en la medida que los países de Latinoamérica desarrollen estrategias propias para lograr los objetivos nacionales y, si bien estas naciones no son potencias hegemónicas ni potencias en ascenso a nivel mundial, pueden y han logrado superar las asimetrías de poder e influir en las políticas, tanto de los Estados Unidos como las naciones europeas, tal como lo ha documentado diversos especialistas en geopolítica mundial (Long, 2015; Goodman & Schneider, 2023).

 

Cuando Estados Unidos etiquetó a China como un competidor estratégico, las relaciones chino-estadounidenses en América Latina pasaron de la cooperación a la confrontación, especialmente cuando China comenzó a invertir más en infraestructura física a través del BRI y a promover su principio de “Una China”, considerando que las antiguas instituciones de ayuda exterior de Estados Unidos que tenían como objetivo mejorar la capacidad de los gobiernos socios no eran adecuadas para contrarrestar las herramientas económicas de China, llevando esta situación a la decisión de reformar las antiguas instituciones de ayuda exterior combinándolas en una sola. De lo anterior surgió el Club de Bancos para el Desarrollo (IDFC) que recibió más poder financiero y nuevas capacidades para impulsar mejor las inversiones del sector privado en la región y ofrecer mejores opciones para contrarrestar la actividad de China. Sin embargo, durante la administración Trump esta estrategia aún no era completamente funcional ya que, salvo algunos casos, las inversiones realizadas por el recién fundado IDFC no podían ofrecer una opción a los préstamos e inversiones de China (Alasalmi, 2023).

 

Es cada vez mayor la dependencia de América Latina de los Estados Unidos y China en términos comerciales, económicos y financieros, considerando que representan más del 50% del volumen de negocios comercial total de los países de la región, así como una parte decisiva en lo que respecta a inversión, recursos, fuentes de financiamiento y acreedores, teniendo esta circunstancia un fuerte impacto en la estructura y dirección de las relaciones económicas exteriores y de los contactos políticos externos de los Estados latinoamericanos  (Yakovlev & Павлович, 2019).

 

Por otra parte, las capitales latinoamericanas observan el proceso de rivalidad entre Estados Unidos y China con atención, cautela y temor y no solamente por la situación actual, sino también debido a la dinámica de las relaciones entre Washington y Beijing y el crecimiento de la protección a nivel global y regional. Los analistas de la región consideran que el estallido de guerras comerciales y otros tipos de confrontación entre ambas potencias podrían entorpecer el desarrollo de la economía global y afectar los intereses de la región, debido a la dependencia crítica que mantienen en el comercio internacional y los mercados financieros (Yakovlev & Павлович, 2019).

 

Países latinoamericanos, tal como Venezuela, han sido afectados por las consecuencias de la aplicación de sanciones por parte de Estados Unidos, además que representantes de alto rango de Washington, entre ellos el Vicepresidente, el Secretario de Estado y el Ministro de Defensa, se han esforzado en sugerir la línea de comportamiento de la política exterior, realizando giras por la región, tal como sucedió con la visita de este último a Brasil, Argentina, Chile y Colombia, donde ha abogado por el fortalecimiento de las relaciones entre América Latina y Estados Unidos, haciendo hincapié en lo perjudicial que puede ser la cooperación con China, lo cual y de acuerdo a los observadores internacionales, el principal objetivo del departamento militar era el de contrarrestar la creciente influencia de la República Popular China en la región (Yakovlev & Павлович, 2019).

 

Todas las acciones drásticas que toma Estados Unidos frente a la cada vez mayor presencia de China en América Latina amenazan con aumentar el nivel de turbulencia en el comercio mundial, propiciando que su evolución sea impredecible y, lo más importante, extiende los efectos negativos resultantes a casi todos los participantes en las relaciones económicas mundiales, incluidos aquellos Estados que no tienen interés en involucrarse en ningún tipo de guerras comerciales, especialmente para Latinoamérica que al depender de los mercados financieros y de productos básicos, las guerras comerciales mundiales son absolutamente negativas, considerando que unos aranceles más altos harán que la competencia sea aún más feroz y el acceso a los mercados extranjeros sea mucho más difícil (Yakovlev & Павлович, 2019).

 

La influencia de China en América Latina está remodelando la dinámica comercial, como ejemplo se puede mencionar la fuerte dependencia que ha surgido por parte de Brasil en la agroindustria y el mineral de hierro, donde China es su principal mercado, dependencia que introduce elementos de riesgo e imprevisibilidad que potencialmente eclipsan los impactos de las políticas internas. La relación económica de Brasil con China se ha magnificado en los últimos años, llegando a alcanzar las exportaciones de Brasil a China, en el año 2022, la cifra de 90 mil millones de dólares, convirtiéndose en un proveedor clave de productos agrícolas para el país asiático, incluida la carne vacuna. Este patrón comercial no sólo pone de relieve la dependencia de Brasil del mercado chino, sino que también ilustra la cada vez mayor influencia del país asiático en América Latina, lo que afecta la dinámica comercial y las políticas económicas regionales (de Aragão, 2023).

 

También es particularmente notable el interés de China en las minas de litio de Argentina, donde empresas del país asiático están realizando importantes inversiones, cambiando la dinámica de las cadenas de suministro críticas para vehículos eléctricos y otras tecnologías, estrategia que permite a China controlar cadenas de suministro esenciales, otorgándole una ventaja estratégica. Por otro lado, la estrategia de China con Venezuela consiste en ofrecer líneas de crédito respaldadas por materias primas; sin embargo, el hecho de que la empresa estatal de petróleo y gas del país latinoamericano no produzca lo suficiente para pagar las deudas contraídas pone de manifiesto los riesgos que implican estas relaciones económicas (de Aragão, 2023).

 

El enfoque práctico y de no interferencia de China contrasta marcadamente con el enfoque estadounidense basado históricamente en valores, circunstancia que ha convertido a China en un socio más atractivo para muchos gobiernos y empresas latinoamericanas, en particular aquellos criticados por Occidente por cuestiones como los derechos humanos y la gobernanza democrática. En general, es cada vez mayor el número de países de América Latina que han fortalecido las relaciones económicas con China, al entender que el crecimiento económico de Beijing es una oportunidad para aumentar el comercio y las inversiones en sectores clave como infraestructura, comunicaciones y logística (Devia-Valbuena & Mejía, 2023).

 

P3. ¿Cuáles serían los posibles escenarios en Latinoamérica frente a una posible cooperación entre Estados Unidos y China? 

Son múltiples las áreas en las que los países latinoamericanos pueden beneficiarse de la cooperación entre grandes potencias y en las que es de suponer que las potencias externas tienen interés en cooperar en la región, destacando temas como el comercio ilícito, el cambio climático y la salud pública, que son consideradas áreas sensibles de interés compartido entre China y Estados Unidos, pero hasta la fecha han mostrado una cooperación limitada, lo cual quedó evidenciado en la poca coordinación de una respuesta global y regional frente al COVID-19 (Li et al., 2021).

 

Por parte de las grandes potencias será necesario cierto grado de aceptación mutua, por un lado, China tendría que aceptar el papel externo dominante de Estados Unidos en el hemisferio, mientras que Estados Unidos tendría que reconocer la validez y legitimidad de la participación china en cuestiones regionales de interés mutuo, aunque siempre existirán áreas en las que la cooperación sea imposible, como el apoyo a la democracia, dado el régimen centralizado vertical de China y el compromiso de Estados Unidos con la democracia electoral. Aun así, en la larga lista de cuestiones en las que se podrían encontrar puntos en común, Estados Unidos y China pueden optar por cooperar o competir en sus compromisos latinoamericanos(Goodman & Schneider, 2023).

 

Como contraparte, la integración de América Latina podría impulsar a las grandes potencias que operan en la región a cooperar, reconocer las prioridades de la región y utilizar el compromiso de las grandes potencias para seguir avanzando en la integración regional. Sin embargo, una región fragmentada proporciona poca influencia a los actores latinoamericanos y deja a las grandes potencias sin otra opción que involucrar a los países latinoamericanos de manera gradual y selectiva(Botto, 2017).

 

Actualmente América Latina se encuentra fragmentada y Estados Unidos y China enfrascados en una aguerrida competencia, donde se pierden oportunidades de colaboración y los países latinoamericanos no logran coordinar su compromiso con las grandes potencias. Si existiera una mayor integración en la región, aunque Estados Unidos y China estén en competencia, los países latinoamericanos tendrían la potestad de reservarse cierto grado de autonomía de los dos bandos, evitando alinearse con algunos de las dos potencias, pero seguirían desaprovechando oportunidades de colaboración y tal vez atraerían intentos de las grandes potencias de volver a fragmentar la región provocando conflictos de suma cero(Goodman & Schneider, 2023).

 

Por otra parte, si Estados Unidos y China estuvieran dispuestos a cooperar, aunque se enfrenten con una región fragmentada, podría haber algún progreso en objetivos compartidos, pero se vería frenado por la incapacidad de los actores regionales para coordinar su propio comportamiento y alentar una mayor integración. Finalmente, si ambas potencias colaborarán en aquellos temas en los que comparten intereses y existiera una América Latina integrada, se podría impulsar una mayor cooperación, así como un compromiso directo de las grandes potencias para promover la integración latinoamericana, siento este caso la situación más esperanzadora(Vargas-Alzate, 2019).

 

En el futuro, el objetivo último de la política exterior de los países latinoamericanos debe ser encontrar un equilibrio en la interacción con Estados Unidos y China, existiendo en el arsenal de los países de América Latina sólo una respuesta posible a este desafío, la diversificación constante de las relaciones externas, la profundización del intensivo regional con las economías de rápido crecimiento de la región de Asia y el Pacífico, la transferencia a un nivel más alto de las relaciones con los estados de la Unión Europea, India y Rusia, junto con la transformación de los países clave de la región latinoamericana, considerando su ubicación geográfica, en grandes centros comerciales y económicos. Sólo en esta vía estratégica podrá minimizar la hiperdependencia de Washington y Beijing, así como neutralizar los efectos negativos de las políticas proteccionistas y las guerras comerciales(Yakovlev & Павлович, 2019).

 

CONCLUSIONES

Hasta la actualidad, la posición geopolítica demostrada por los países de América Latina, respecto al conflicto entre Estados Unidos y China, es de poca o ninguna neutralidad, así como tampoco responde a la intención de no alineación con alguna de las dos potencias con el fin de mantener el equilibrio, lo cual queda en evidencia en el detalle de voto de los países Latinoamericanos en las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde la posición geopolítica de este grupo, salvo casos como Cuba, Nicaragua y Venezuela, es velar por los intereses nacionales propios y en línea con los diversos bloques en distintos temas, de forma independiente de la tendencia política del gobierno de turno.

 

Por otra parte, si Estados Unidos desea contrarrestar el impacto de China en América Latina, bien sea en relaciones comerciales, de inversión o financieras, es fundamental que plantee un abanico de oportunidades que sean atractivas en estas áreas de intereses estratégico para la región, aprovechando la circunstancia que es algo complicado para China obtener mayor posicionamiento político internacional, considerando que, en general, América Latina posee un fuerte arraigo histórico en valores democráticos y respeto de los derechos humanos.    

Finalmente, la rivalidad entre Estados Unidos y China ha redefinido la naturaleza de los riesgos y amenazas que enfrentan los países de Latinoamérica y por esta razón resulta apremiante retomar el factor geopolítico como punto vital para el análisis de riesgo político y de seguridad, siendo necesario diseñar e implementar políticas públicas que se orienten a la prevención y reducción de las repercusiones de la competencia chino-estadounidense en la región.

 

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